3 de junio de 2017

Cuando las cosas no salen como uno espera

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El futuro... creo que no existe mayor ansiedad que la de saber cómo continuará la historia, el saber si el protagonista saldrá victorioso y si eso que tanto prometió el tráiler se cumplirá. Eso hacemos con nuestra vida todo el tiempo (aunque nos cueste aceptarlo), planeamos cada meta, imaginamos cómo será todo dentro de unos años, pensamos en lo que queremos y lo que obviamente "merecemos obtener". Consecuentemente generamos un tráiler de nuestro futuro en nuestra mente, en donde, al final, todo saldrá bien. Sin embargo, de lo que no estamos conscientes es que quien dirige la película es la vida y no nosotros. En nuestras historias heroicas nos olvidamos de pensar en todas las batallas que enfrentaremos y aquellas que perderemos, y cuando las imaginamos, jamás pensamos en lo dolorosas que podrán ser.
Hace un año estaba viviendo la mejor etapa de toda mi vida, estaba en mi país favorito cumpliendo uno de mis más grandes sueños, no había nada malo pasando en mi vida, todo parecía perfecto. Aunque la verdad tenía un poco de miedo, porque sabía que después de estar en la cima se tiene que bajar para poder escalar otra montaña. Solo que no estaba segura de qué vendría en el momento que bajara. Hoy, un año después, sé perfectamente lo que bajar de esa montaña significaría y te seré honesta me ha dolido mucho más de lo que imaginaba. Todos esos planes y metas que tenía fijados no se cumplieron en absoluto,  aquello que pasó por mi mente con la ilusión de que sería perfecto resultó ser lo opuesto. Estaba aterrada de sentir tanta incertidumbre y lo único que conseguí fue adentrarme aún más en un camino lleno de niebla sin destino aparente. Toqué fondo, me sentí tan impotente al no poder cambiar esos resultados y me enojé, me enojé con la vida por lo que "me hizo". Y no, no estuve bien durante varias semanas y me permití estar triste, no quise hacer nada y no lo hice, no quise ver a nadie y no lo hice, lloré y grité cuanto me fue posible, me culpé por todo hasta que poco a poco empecé a ver las cosas con mayor claridad, poco a poco me di cuenta de lo que hice bien y lo que debo mejorar, me di cuenta que era momento de hacer un cambio en mi forma de alcanzar mis metas. Tan solo, momento de encontrar una nueva perspectiva. 
Hoy, después de esas semanas de inestabilidad emocional, me siento bien y agradezco a la vida por ponerme esos retos en mi camino, ya que si no fuera por ellos, no hubiese recuperado mi motivación ni hubiese reconsiderado lo que realmente quiero. En resumen, me di cuenta de la importancia de la resiliencia en nuestro día a día, por ello, te quiero compartir algunos pasos para poder aprender a aplicarla cuando las cosas no salen como uno espera: 
1. El miedo no es una mancha, no se quita. Mi mejor amigo alguna vez me dijo que mientras mayor sea tu miedo, mayor será tu probabilidad de fracaso. Para explicarlo mejor, pondré un ejemplo:  Pensemos en un dibujante. Si un dibujante tuviese miedo de bocetar, ¿te imaginas cómo sería su trazo? Por más que quisiera hacer líneas rectas, no podría hacerlo sin irse chueco, pues sus trazos delatarían el miedo que está sintiendo. Ahora bien, si el dibujante no le da importancia a fallar, si no tiene miedo de irse chueco, ¿qué pasaría con su trazo? Quizá tampoco sería perfecto pero habrá mejorado considerablemente y con ello, su margen de error se reduciría. 
Lo que quiero decir es que es imposible dejar de sentir miedo, siempre existirá alguna cosa que nos va a aterrar, no obstante, la clave es poder tomar acción a pesar del miedo. Es decir, necesitamos sentirnos seguros de lo que hacemos, aunque no tengamos idea de cómo hacerlo, ya que, cuando se actúa con miedo, pocas cosas se logran. 
2. Lidiando con el fracaso: está bien sentirse solo y triste. Normalmente cuando las cosas no nos salen bien, nuestros amigos intentaran consolarnos diciéndonos cosas positivas sobre nosotros, nos dirán que la vida nos tiene malas jugadas y que pronto vendrán cosas mejores y no lo dudes, lo que dicen es cierto. No obstante, cuando uno se está enfrentando a una batalla, realmente es difícil sentirse comprendido, pues por más comentarios optimistas que escuchemos ninguno de ellos da solución a nuestros problemas. Todo esto es parte del proceso del fracaso. No te obligues a sentirte bien ni te obligues a sentirte comprendido, enfrentar una situación para la que no estábamos preparados nos puede tirar más de lo que nos hubiese gustado, así que adelante, date permiso de llorar, de sentir, porque eso solo demuestra lo mucho que te importaba esa meta. Como una de mis frases favoritas dice: "Cry a river. Build a bridge. Get over it" (Llora un río. Construye un puente. Pasa sobre él.) 
3. Todos los caminos llevan a Roma. Muchas veces nos gusta aferrarnos a la idea de que si las cosas no salen como las habíamos planeado, no existe otra forma de poder alcanzar nuestras metas, al menos no con el mismo éxito. Pero, lo que no nos damos cuenta, es que si el plan A no funciona eso no quiere decir que todos los demás no van a funcionar. Sí, probablemente nos tome más tiempo, nos cueste más trabajo y quizá requiera de más sacrificios, pero no por eso habremos fracasado. Debemos entender que habrá veces que por más esfuerzo que pongamos en el plan A, simplemente no va a funcionar y es por eso que siempre debemos tener nuestro "backup plan", como dicen: "Si el plan no funciona, cámbialo, pero jamás cambies la meta". Basta de tener la falsa creencia de que solo existe una forma de hacer las cosas, crea tu propio camino y si fallas una y otra vez, siempre tendrás oportunidad de construir una nueva forma de llegar. 
4. Zona de Confort. La verdad es que cuando las cosas no salen como queremos, salimos de nuestra zona de confort y eso vuelve el poder salir adelante más difícil . El fracaso es la forma en la que la vida nos obliga a salir de esta zona, tan solo para poder encontrar infinidad de nuevos caminos y oportunidades. Esto va de la mano con el punto anterior, la única forma de poder ajustarnos a un nuevo plan, es dejando de buscar lo seguro. ¿No estás cansado de ir siempre por lo seguro? ¿Dónde queda esa adrenalina que trae la aventura consigo? Si ya fracasaste, no te queda otra opción más que abandonar tu zona de confort, pues de otra manera, seguirás atrapado en un bucle infinito de fracaso. Encuentra una nueva forma de ver la vida, proponte nuevos retos y busca nuevas personas y caminos para llegar hasta esa meta.
5. Qué tanto lo quieres. Solemos pensar que basta con querer algo para poder obtenerlo, pero no es así. Cuando se quiere alcanzar una meta, debemos hacer mucho más que solo desearla. Piensa en tu meta más grande, ¿qué tanto la quieres? ¿qué estarías dispuesto a sacrificar para alcanzarla? ¿qué tanto esfuerzo le estás poniendo? Se requiere de mucha paciencia, tiempo, valentía y esfuerzo para poder obtener las cosas. Lo que vale la pena no es fácil, te lo aseguro. Tomate un tiempo para pensar qué tanto quieres ese sueño y solo si realmente lo deseas, no tendrás problema en sacrificar todo lo demás. 
6. Tener éxito una vez, no significa que siempre lo tendrás. Esta es una dolorosa realidad. Creemos que porque supimos hacer las cosas bien una vez, siempre lo sabremos y no es así. Puede que cierto método nos haya funcionado una vez al intentar reparar algo, pero no tiene que significar que siempre que usemos ese método sea efectivo. Esto solo nos invita a buscar alternativas a un problema. Sí, duele ver que no siempre se podrá tener éxito pero los fracasos son parte del camino y gracias a ellos es que encontramos métodos más efectivos. Como lo mencioné anteriormente, deja de aferrarte a las cosas, suéltate, entra en lo desconocido y nunca dejes de buscar nuevas formas de hacer las cosas. 

No olvides ser muy paciente, cuando la vida te tira, te pone un freno y ese freno es perfecto para poder pensar las cosas con calma. Después de sentirme triste y enojada, pude darme el tiempo que necesitaba para pensar las cosas, pues ahora he creado un nuevo plan y aunque no estoy segura de cómo terminará, me emociona la idea de ponerme a prueba y ver lo que la vida trae para mí. Espero que al compartirte mi historia te hayas podido sentir identificado. Las tormentas no duran para siempre pero tampoco la felicidad, por eso debemos aprender a vivir con ello, sacando siempre lo mejor de nuestra realidad. Si estás pasando una mala jugada, no olvides que la vida es una montaña rusa, a veces nos toca estar en la cima y otras en la caída, pero ambas hacen de la montaña una experiencia inolvidable. 

Gracias por leer, desde donde seas que estés, mis mejores deseos hoy y siempre.
Karla Valencia